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La próxima Alejandra Pizarnik, actualmente desconocida,
publica el poema más bello de la última década, y con suerte, tendrá un par de
“me gustas”.
Este es el mundo que nos ha tocado vivir, las redes sociales
que aparentemente han dado visibilidad a quien no la tenía, que
supuestamente han democratizado el acceso a la información, el arte, la
publicidad, la política y todo lo que se nos ocurra; es en realizad el
instrumento que, posiblemente, más ha contribuido a consolidar la desigualdad.
Estamos totalmente desbordados de información, la capacidad
de procesamiento humana es muy limitada, ergo son los algoritmos diseñados para
monetizar nuestras preferencias, los que deciden por nosotros como filtrar y
ordenar la información, cómo seleccionar lo útil de lo prescindible; es nuestro
instinto/adoctrinamiento primario de pertenencia a la especie, el que nos
impulsa a clickear lo popular y exitoso e ignorar lo que tiene poco peso social.
En la era del capitalismo informacional, al igual que en el
capitalismo industrial lo hacían los consumidores, todos “trabajamos”
intensamente para trasladar influencia y
poder (en definitiva activos) desde los que menos tienen, y más invisible son,
a los que más tienen y más populares son. Es simple y efectivo, y tremendamente
destructivo, como siempre han sido los mecanismos del capitalismo.
En fin, siempre nos quedará nadar contra corriente en un lodo
cada vez más profundo y oscuro.
2 comentarios:
Es paradógico pero es así. Besos.
Sobreinformación es la definición.
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